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24 horas en Bacalar

Vivir en Cancún o en la Riviera Maya, para muchos, después de un tiempo (para algunos un par de meses, para otros, escasas semanas), se vuelve aparentemente algo monótono. La vida laboral absorbe a los que salieron huyendo de las grandes urbes en busca de una vida mejor o incluso a la gente oriunda del lugar. Se olvida que vivir en esta zona es disfrutar de un paraíso natural por ir acumulando pendientes de todo tipo en la mente.

Texto y Fotos: Georgina Hugues Montaño

Bacalar es considerado uno de los pueblos mágicos de México porque por un lado conserva ese sabor de comunidad enfrascada en el tiempo de lo rural con gustos para gente de todo tipo; tanto turistas como locales que necesiten reencontrar la razón por la que viven en esta zona.

Azul y verde son los colores que predominan en este pueblo, pero no cualquier azul, no por nada la laguna de Bacalar es también conocida como la Laguna de los siete colores. Un cuerpo de agua de 80 kilómetros de largo, que invita a contemplarla por horas, alimentando al alma con sus distintos tonos, hasta disfrutar de paseos en lancha, velero, motos de agua, o bien, por qué no, un sencillo y refrescante chapuzón. Éste último con la ventaja de que, por ser laguna, el agua es dulce, que sirve también para tomar un descanso del agua salada de mar que predomina en nuestras playas.

Este pueblo reclama ser mágico no sólo por su belleza natural, sino por la convivencia con el pueblo maya, perceptible en cada esquina del lugar, con sus pequeñas casas coloridas, gente que da una cálida bienvenida y trato al turista de fuera. Cuenta con una pequeña plaza principal rodeada de restaurancitos y cafetines que invitan a pasar una tarde de clima excepcional.

Cerca de esta plaza se encuentra el fuerte de San Felipe, que se construyó aproximadamente en el año 1642 para protegerse de los piratas ingleses que durante esa época cometieron varios asaltos en la zona, precisamente por su riqueza natural y el sitio geográfico que ocupa. Fueron los ataques de estos piratas, junto con la conquista previa de los españoles, lo que, a partir de saqueos y batallas opresivas, impidieron que el pueblo creciera para convertirse en una de las ciudades importantes de Quintana Roo. Gracias a esto, ahora es un pueblo mágico y pequeño digno de conocer.

Una de las actividades que resultan más recomendables y disfrutables para realmente experimentar ese reencuentro con la naturaleza, es el de acampar en alguno de los sitios con grandes jardines que se encuentran justo a un lado de la laguna. Estos lugares son seguros, pues siempre cuentan con vigilantes que pasan la noche en vela por el bienestar de los visitantes.

Existen dos grandes ventajas brindadas por esta forma de visitar Bacalar. La primera se entenderá apenas llegue la noche, pues, al encontrarse lejos de grandes urbes (Chetumal es la ciudad más cercana, a aproximadamente 40 kilómetros de distancia) el cielo se empapa de estrellas que estarán ahí hasta que los primeros rayos del sol las corran en la madrugada. La segunda, es la de despertar en medio de la naturaleza y que lo primero que encuentren los ojos sea la inigualable y gran laguna. No hay una mejor forma de empezar un día así, fuera de casa y del mundo cotidiano.