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Descubre los cuatro pilares que mantienen unidos a los parejas para siempre

¿Cuál es el secreto para que una pareja resista a todos los desafíos del tiempo y las costumbres? No, no es la receta de la abuela ni el horóscopo del mes. Según el concepto de “la alegoría del taburete”, hay cuatro pilares esenciales que mantienen de pie a las parejas para siempre. Si quieres descubrir cómo lograr que el amor dure y se fortalezca, acompáñanos (con taburete incluido) en este apasionante viaje.

La base de toda relación: amor y diferencia

Antes de poner el primer ladrillo de cualquier pareja, surge la pregunta: ¿qué es el amor? Además de mariposas en el estómago y listas de reproducción románticas, el amor en pareja requiere dos componentes indispensables: que sea un vínculo duradero entre dos personas y, además, que estas sean distintas y complementarias. Por extraño que parezca, esas diferencias –o incluso desacuerdos– son el pegamento invisible que permite a ambos avanzar juntos. Y aunque los roles se identifiquen como “masculino” y “femenino”, estos no dependen del sexo biológico, sino de la complementariedad y del intercambio de funciones dentro de la relación. Así, la pareja se construye desde la distancia, pero también desde la atracción inevitable, porque, digámoslo claro: a veces no podemos vivir ni con el otro… ¡ni sin él!

La alegoría del taburete: los cuatro pilares

Para responder a la eterna pregunta de cómo lograr que una pareja perdure, el psicoanalista Juan David Nasio propone una original metáfora: “la alegoría del taburete”. Un taburete necesita cuatro patas para ser estable y soportar todo el peso. Si falta una, todos al suelo. Así ocurre con el amor duradero. Estos son los cuatro pilares que no pueden faltar:

  • Sexualidad: Es el pie principal y más importante. Da vida, placer y complicidad. Sin ella, el taburete baila y peligra.
  • Admiración mutua: No se trata solo de quererse; admirar al otro y sentir que eres admirado fortalece la estima y renueva la atracción.
  • Rituales: Pequeños o grandes gestos repetidos que dan seguridad y permiten a la pareja reconocerse cada día, incluso en medio de la rutina.
  • Movilidad de roles: Flexibilidad para asumir diferentes funciones dentro de la pareja. Poder cambiar, adaptarse y comprender que los roles no están grabados en piedra es fundamental para que la pareja evolucione y resista.

Más allá de las patas: concesiones y soledad necesaria

Pero, atención: apostar todo a las cuatro patas no basta si no hay formas de sostener el equilibrio emocional. La unión duradera también se apoya en la capacidad de cada persona para hacer concesiones mutuas y, sobre todo, en respetar la necesaria soledad del otro. Porque nadie dijo que estar en pareja fuera perder la individualidad. Al contrario, el respeto por los espacios propios y la voluntad de ceder, de vez en cuando, es el aceite que engrasa el engranaje romántico.

El desafío y la paradoja del amor

Hay una certeza inquietante, ineludible: la persona amada es justamente quien saca lo mejor de nosotros mismos, nos empuja a ser más grandes y valientes, pero también es quien, simplemente por ser otro y diferente, nos limita, pone freno a algunos deseos y, a veces, incluso nos hace sufrir. Ahí reside la paradoja de la vida en pareja: convivir con la diferencia, con el límite y, pese a todo, elegir volver a sentarnos, juntos, en ese taburete de cuatro patas bien plantadas.

No existe la pareja perfecta y probablemente el taburete tambalee de vez en cuando. Pero reconocer estos cuatro pilares y atreverse a cuidar tanto el amor como la diferencia puede cambiarlo todo. Si tu taburete empieza a cojear, ya sabes en qué parte revisar antes de culpar a la mala suerte. ¡Suerte y mucho amor duradero!

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