Ubicado en la costa sur de Quintana Roo, a unas 20 millas marinas frente al pequeño poblado pesquero de Xcalak, se encuentra el Banco Chinchorro, el que quizás sea el cementerio marino más grande de México y en el que se dieron, los últimos actos de piratería de que se tienen memoria histórica en el país.
Por Nicolás Durán de la Sierra
El Banco Chinchorro es el segundo atolón coralino más grande del mundo -unos 70 kilómetros de largo por 25 de ancho- y aunque ahora es una reserva ecológica, se permite allí la operación de la cooperativa pesquera dedicada a la explotación controlada de pesca menor, además de paseos turísticos.
Bajo las transparentes aguas que rodean a este cuerpo arrecifal del que sólo emergen los cayos Norte y Centro, a simple vista se pueden apreciar los restos de una gran cantidad de embarcaciones que naufragaron allí, víctimas de las tempestades caribeñas, y otras no pocas, debido a los piratas.
El pillaje que allí se daba (el último caso se registró finales de la década de los 40) era muy diferente al que se practicaba en otras zonas del Caribe, pues se trataba más de una treta marina, de un engaño, que de los enfrentamientos como los que tradicionalmente hacían gala los piratas en estas aguas y de los que se han nutrido tanto la literatura como el cine.
El recurso del que se valían estos forajidos marítimos para hundir las embarcaciones y hacerse de sus cargas consistía en apagar el faro en Cayo Norte y encender una gran luz sobre un tonel o boya en el Cayo Centro, con el fin de que las naves confundieran la ruta y encallasen en el arrecife.
Se trataba, desde luego, de una suerte de piratas pobres, pues las naves que generalmente eran hundidas y saqueadas -al revés de cómo se daba la piratería tradicional- llevaban los abastos básicos para las colonias costeras de las bahías de esta zona centroamericana.
En las partes bajas de este atolón, en donde las aguas no llegan a más de siete metros de profundidad, entre las varias especies de coral que dan al espejo acuático un especial colorido, es fácil de encontrar todavía vestigios de aquellas practicas, es decir, partes menudas de las naves cargueras.
En los bordes de la formación coralina y a pocos metros de profundidad, se encuentran vestigios de naves que resultaron destruidas por las violentas tormentas del Caribe y quizá la más famosa de ellas sea el precio de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial.
Los restos del sumergible nazi, encallado a unos cuarenta metros de profundidad por el Cayo Norte, por años han despertado la curiosidad tanto de las autoridades marítimas como de los vecinos costeños, pues en los registros navales de la época se señala que dentro de la nave no se encontraron ni cadáveres ni armamento alguno.
La versión más popular es que este submarino iba acompañado por otro sumergible alemán que se encargo del rescate de las víctimas y del desarme de la embarcación hundida. ¿Que hacían en estas aguas las dos embarcaciones? Sencillo: la base del Escuadrón aéreo 201 se encontraba y encuentra aún en la Isla Cozumel, no lejos del citado atolón.
Las aguas que rodean este atolón no sólo son prodigas en especies marinas sino también en historias: se habla de que las profundidades marinas cercanas a Cayo Centro se encuentra los restos de un galeón español hundido por piratas ingleses; se encuentran, en fin, tantas leyendas que para hablar de ellas se necesitaría mucho más que este espacio.
Publicado en la revista Escapadas 360.
