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Ni gritos ni discusiones: la sorprendente regla de los abuelos para calmar todo

¿Quién dijo que ser abuela es todo besos y dulces? Entre colchones que parecen salidos de una agencia espacial y métodos educativos que cambian con cada generación, los abuelos caminan sobre un delicado hilo invisible. Ni gritos, ni discusiones: la sorprendente regla de los abuelos para calmar todo pasa, primero, por encontrar la justa medida en una familia moderna que no deja de reinventarse.

Equilibrio sobre la cuerda floja: ser abuelos hoy

Marie, Christine y Sophie no se conocen, pero podrían reconocerse fácilmente en la otra si se cruzaran en un parque. Para ellas, como para tantos abuelos actuales, ser abuela es tan gratificante como desafiante. No se trata solo de mimar y cuidar —aunque eso sigue siendo parte del encanto—, sino también de navegar entre la implicación y el respeto absoluto a los padres y sus decisiones. “Encontrar el lugar adecuado, sobre todo al principio, puede resultar mucho más complejo de lo que imaginaba”, cuenta Marie.

El papel de equilibrista es necesario cuando, ya sea hija, hijo, nuera o yerno, cada uno tiene una opinión muy marcada sobre cómo cuidar, educar y hasta sobre qué colchón elegir para el bebé. Y cuando los padres ponen sobre la mesa nuevas perspectivas educativas o reglas de seguridad, los abuelos deben adaptarse… aunque la tentación de recurrir a “en mis tiempos” siempre aceche.

Las nuevas reglas (a veces surrealistas) de la abuelidad

“A menudo, es para mejor”, reconoce Marie, de 61 años, pensando en todas esas cadenas de correos electrónicos que intercambió con su hijo solo para consensuar la compra de una cama y un colchón “seguros” para su nieta en la casa de campo. “Pensaba comprar una cuna de viaje, como antes, pero mi hijo insistió en que ese colchón no era adecuado para uso regular.” Tras una exhaustiva investigación (y unas cuantas canas más), se aseguró de que el modelo cumplía todas las normativas actuales. “Al principio, me sentí un poco desconcertada por tantas reglas nuevas. En mi época, poníamos al bebé en una cesta de mimbre en el asiento trasero”, bromea con una media sonrisa de nostalgia.

No hace falta ser Marie para sentirse algo perdida con el nuevo manual de instrucciones familiar, sobre todo cuando cada decisión parece pasar por consulta múltiple y las reglas se renuevan a velocidad de smartphone.

La regla de oro de Christine: los tres C

Christine, joven jubilada del oeste parisino, madre de tres hijos y abuela de otros tres, lo tiene claro. Sabe que su papel de suegra puede complicarse, así que sigue la máxima secreta que pasan algunas abuelas a la sombra, justo cuando nace el primer nieto: “Los 3 C”. ¿El contenido? Los abuelos no deben interferir en la educación de los nietos. Solo deben consentirlos (con mucha moderación si hace falta) y velar por su seguridad cuando están a su cargo, sin los padres cerca.

  • No intervenir en la educación de los nietos.
  • Sí mimar y cuidar: para algo son abuelos, no inspectores de colegio.
  • Velar por la seguridad, con vigilancia moderna, sin alarmismo.

Christine señala que cuando los padres confían a sus hijos a los abuelos, también tienen que aceptar que estos los cuidarán a su manera. Los abuelos no son ni empleados ni cuidadores profesionales. Hay que dejar espacio para ese toque especial, aunque venga con algo de polvo nostálgico.

Entre generaciones: respeto (y una pizca de humor)

En esta danza intergeneracional, surgen tensiones. No faltan abuelos que se sienten controlados por sus propios hijos cuando cuidan de los nietos, en un ambiente familiar donde la búsqueda de la perfección parental parece dejar sin aire. Y también aparecen silencios, pequeños roces, y la necesidad de encontrar ese difícil punto de equilibrio entre transmitir (con amor) y quedarse al margen (sin parecer esfinge de museo).

¿La solución mágica? No existe. Pero tal vez, si hay que quedarse con una regla, la de Christine es válida para todas las ramas del árbol familiar: menos gritos y discusiones, más humor y mucho respeto. Los valores, las pasiones y el cariño intergeneracional pesan mucho más que las batallas por el último modelo de cuna.

Consejo práctico para quienes se lanzan a la aventura abuelil: Un poco de flexibilidad, una pizca de humor y toneladas de cariño. Las normas cambian, pero el lazo poderoso entre abuelos y nietos es el mejor colchón del mundo.

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